3 consejos efectivos para ayudar a recolocarse después de los 50

A menudo recibo consultas o solicitudes de asesoría de ejecutivos que se encuentran en proceso de recolocación laboral. Y, sinceramente, siempre que puedo doy ese tiempo para conversar con la persona, porque he vivido esta experiencia y se que este proceso de transición no es sencillo. Por ello procuro estar siempre disponible para ofrecer un espacio de intercambio y, de ser posible, de ayuda, brindando un contacto o compartiendo un consejo, si es que lo puedo dar.

Estas conversaciones suelen dejarme valiosas lecciones. Y hoy compartiré tres que considero dignas de ser compartidas.

1. Hablar desde tus recursos

Recientemente, conversé con dos ejecutivos que habían ocupado posiciones gerenciales y que se habían visto obligados a salir de la empresa en la que laboraban, no por un tema de rendimiento, sino por reorganización regional.

Para agregarle una capa más de complejidad, hablamos de profesionales ya bien entrados en sus cincuentas. Ambos me compartieron que estaban en un proceso activo transición laboral, contactando personas y empresas. Mientras los escuchaba, me di cuenta de que su conversación giraba en torno a aquello que les faltaba. “No tengo esto, no manejo esto otro, no lo conozco, etc”.

Y esto me dejaba una sensación latente de escasez. Les planteé que imaginaran que yo era el entrevistador, ¿era esa escasez el lugar desde el cual querían que los escuchara y contratará? ¿No sería mejor llevar la conversación desde lo que sí tienen, desde los recursos disponibles que han acumulado?

La figura cambia completamente desde esa perspectiva, porque te enfocas en los recursos que si tienes, que te llevaron a tener tu experiencia actual. Ahora te puedes centrar en esas experiencias, conocimientos y contactos que tienes hoy en día y en cómo los puedes poner a disposición de la nueva empresa que, además, está necesitando contratar a alguien. Enfocarnos en aquello que tenemos, nuestros recursos, nuestra abundancia, es fundamental.

2. El sesgo de la “sobrecalificación”

La otra valiosa lección que aprendí está relacionada con la sobrecalificación. “Marcus, me desestiman de las entrevistas o incluso ni siquiera paso a la siguiente entrevista porque me dicen que estoy sobrecalificado a pesar de ser un buen match”.

Aquí el error, creo, va más por la visión de las empresas. Hablamos de ejecutivos que están dispuestos a demostrar lo que valen e incluso a reducir sus honorarios con respecto a su estándar habitual para continuar trabajando. Talentos que, sin embargo, se quedan sin tener la posibilidad de intentarlo.

A este comentario una salvedad. El ejecutivo debe tener la actitud que se está buscando. Ojalá una dosis alta de humildad, hambre por los resultados, adaptabilidad, con una alta inteligencia interpersonal, competente, complementario con el equipo y, sobre todo, compatible con la cultura de la organización.

Volviendo a las empresas, un llamado de atención. Muchas veces convocan pensando en contratar al personal “más barato” por encima de opciones más “senior”. Al hacer esto, (además de que considero un error grave ver las contrataciones como gastos antes que como inversiones), se pierde los años de experiencia que implican esas canas, la curva de efectividad que puede tener una persona ya madura y que tiene una actitud hacia el puesto que nace de la necesidad y deseo de seguir trabajando.

Desafío a las personas que consideran que estos profesionales están sobrecalificados a asumir la oportunidad de llevar un gran talento a sus empresas.

3. Personalizar el mensaje

La tercera, y última reflexión, partió de un par de preguntas básicas que hice a mi interlocutor “¿por dónde estás orientando tu búsqueda?”, luego de conocer la industria o el sector, la siguiente interrogante era si su CV (Currículum Vitae u hoja de vida) estaba actualizado.

La respuesta solía ser positiva, pero reflejaba un pequeño defecto que se evidenciaba a partir de una segunda pregunta: “¿el CV actualizado era estándar?” Y esta respuesta, también solía ser afirmativa. Es decir, independientemente del giro de la empresa a la que estaba postulando, el CV era el mismo. Mi consejo, en este caso, es que el CV debe modularse y adaptarse dependiendo de a quién se dirija, de quién te escucha, de quién está en el otro lado de la mesa.

¿Me reuniré con una empresa metalmecánica? ¿Qué experiencias tengo en ese rubro? ¿Qué situaciones o mejores prácticas he gestionado que de alguna manera pueden agregar valor o aplican a la empresa con la cual me voy a entrevistar? Tener versiones diferentes en función a la industria o inclusive al puesto demuestra preparación, versatilidad, capacidad de adaptarse.

Si eres un gerente general, que no encuentra ofertas en esa posición, pero tienes opciones para ocupar el cargo de gerente comercial, ¿no deberías adecuar tu currículum y tu speech a la parte comercial de tu experiencia? Creo que tiene todo el sentido del mundo.

A mí me ha funcionado muy bien. Cuando postulé a una posición de director o a una de gerente o inclusive cuando estoy prospectando y me presento ante un cliente determinado, mi mensaje se adapta a mi interlocutor. El objetivo, siempre, es conectar con quién tienes al frente.

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