El triángulo del drama: ¿Qué rol estás jugando: víctima, victimario o salvador?

El triángulo del drama, una figura fascinante creada por el psicólogo Stephen Karpman, nos permite darnos cuenta 3 formas (lo llamo así y pueden llamarlo de otras maneras) sobre las cuales “actuamos” los seres humanos: víctima, victimario o salvador. Esto, que parece simplista, tiene connotaciones importantes en nuestra vida diaria, tanto personal como profesional, y en la forma en que interactuamos. De hecho, las 3 formas de actuar pueden afectar seriamente nuestra eficiencia y nuestra posibilidad de evolucionar, crecer o no…

Imagínense un triangulo, en donde en cada arista hay una de esta formas de actuar. Para hacerlo facil, la llamaré posición. Entonces, primero entendamos cada posición.

La primera posición corresponde a la víctima. Esto corresponde a que, cuando enfrentamos una situación compleja, nos victimizamos y en esa dinámica de la víctima siempre existe un victimario. La víctima asume que la culpa siempre está en los demás. El mundo está contra ella y por tanto todo es un pesar, todo es un culpa, vive en un estado de permanente dolor, de “que pobrecito soy”.

La segunda posición es la del victimario. En esta posición entramos en una lógica de señalar, de juzgar, de identificar culpables de manera poco constructiva. Es señalamiento puro y duro. La energía está puesta en señalar culpas y errores ajenos, antes que en ocuparnos de nuestras cosas. Aquí aperece el “dedo señalador y el tú tienes la culpa”!

Y por último, está el salvador. Suena bien ¿verdad? Pero en la práctica esta posición, que no es ni víctima ni victimario, implica que dejamos de hacer lo que nos corresponde, las cosas importantes que estábamos haciendo, y nos metemos a solucionar problemas de otras personas sin que nos lo hayan pedido. Como es evidente, esto no solo es intrusivo (“resolver” sin que nos lo pidan) sino que también es ineficiente (porque dejaste de hacer algo importante).

¿Qué hacer entonces cuando nos encontramos con estas posiciones en nuestros equipos? Lo primero que debemos evitar es señalar o acusar, es más bien, darnos cuenta qué esta pasando.  Si le decimos a la víctima que está actuando como tal, estamos reforzando su posición. Lo mismo ocurrirá con el victimario, que se pondrá a la defensiva (es la naturaleza de esta posición) y con el salvador, el cual responderá que es capaz de manejarlo todo.

Yo mismo viví esa experiencia cuando trabajaba en Sandvik. Sin darme cuenta me movía entre esos tres roles, lo que evidentemente generaba ineficiencias y me cargaba sobremanera. Hasta que acepté la ayuda de una coach, en este caso de Jéssica Álvarez (mil gracias Jessica), que justamente me acompañó como coach durante un buen tiempo.

Con ella aprendí que lo maravilloso del triángulo del drama es la virtuosidad que se esconde a la vuelta de este. Entonces, ¿qué hay detrás de cada posición al darla la vuelta?

Del lado virtuoso de la víctima se encuentra el protagonista, que nace de responder a la pregunta “¿qué debo hacer para dejar de ser una víctima?”. El protagonista asume la responsabilidad de las cosas, el rol protagónico de su propia vida, se ocupa.

Si identificas que estás en el rol de victimario, debes saber que del lado virtuoso de su posición está el mentor. Esto implica pasar de señalar a enseñar. Pasas del “eres un bruto que no entiende. Eres incapaz de aprender”, al “así se hacen las cosas”. Entras en el rol de mostrar, preguntar, enseñar.

Y por último, del lado virtuoso de el salvador, está el líder. Aquí la pregunta clave que debes hacerte, si te das cuenta de que estás asumiendo ese rol, es “¿qué haría un líder en esta situación?. Probablemente la respuesta, en este caso, sea delegar, diriguir, instruir, dar las instrucciones correctas para que las personas puedan hacer las cosas de la mejor manera.

Para ello debemos darnos cuenta de que estamos en el rol equivocado e ineficiente para buscar esa virtuosidad y pasar hacia el otro lado. Y hacerlo no es fácil, requiere de mucho esfuerzo, mucha autorreflexión (self awareness) y mucho conocimiento de uno mismo para darnos cuenta de que este cambio es posible.

La experiencia me enseñó que, ante este desafío, aporta mucho tener a la mano a alguien que te diga, “oye, estás (estoy) actuando de esta manera y hay una forma mucho mejor de actuar que te sacará del problema y te dará una posición más virtuosa que te llevará a evolucionar y progresar”.

Esa persona, justamente, debe ser alguien con la capacidad de acompañarte, guiarte, y mostrarte el camino para que te des cuenta tú mismo del cambio que necesitas. Ese es el papel del coach mentor.

¿Te identificaste con alguno de estos roles? ¿Necesitas ayuda para darle la vuelta a tu triángulo del drama? Escríbeme un mensaje para conversar.

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