Como les compartí en mi artículo anterior, hace poco más de un mes mi padre fallecía a sus 84 años, luego de vivir más de 40 años con 9 bypasses y 2 stents en el corazón. Resaltaba en esa semblanza que mi padre, a pesar de las limitaciones físicas que implicaba su condición, no dejó de trabajar y de seguir su pasión hasta el último día de su vida. Y esto se relaciona con una frase que me dejó muy marcado: “Don’t let the old man in”, cortesía del gran Clint Eastwood.
Traducida como “no dejes entrar al viejo en tu vida”, la frase me impactó mucho, tanto así que la puse frente a mi escritorio en un post-it. Ahora bien, cuando caemos en cuenta que Clint Eastwood tiene más de 90 años y que sigue en plena actividad como director, productor y actor, con excelentes resultados, es entonces cuando esta frase realmente cobra valor.
De hecho, en el artículo que llamó mi atención, le preguntan al 4 veces ganador del Oscar “¿cómo sigues haciendo cosas?”. Su respuesta fue que, desde 1959, todas las mañanas al levantarse, lo que hacía era “no dejar entrar al viejo”. La idea es muy sencilla, pero va más allá de una frase motivadora, es una decisión, una idea que te la refuerzas en mantenerte ocupado, en movimiento, activo.
En cambio, si es que dejas entrar al viejo, le das cabida a una forma de ser, a una figura que genera apatía, letargo, flojera, pesimismo, falta de indignación y caes en la resignación. El “viejo” no se mueve, es un solitario, no toca a sus amigos, no pide ayuda, un pesimista, para el viejo todo es un constante problema. Todo apesta. La resignación para mi, es de los peores estados en los que podemos entrar como seres humanos, ya que no quita la capacidad de indignarnos, suprimimos posibilidades, y aceptamos que ya no existen posibilidades. Esta es la principal consecuencia de tener al viejo cerca.
Clint Eastwood, en cambio, al dejar al viejo afuera, genera resiliencia, perseverancia, persistencia. Su vida es movimiento y, por encima de todo, genera disciplina. En ese sentido, no dejar entrar al viejo significa ocuparse, que es muy diferente a pre-ocuparse: ocuparse del ahora, del hoy. El tema con la preocupación es que te quita acción, porque estás pensando en el futuro pero no te estás ocupando del hoy. Por el contrario, el ocuparte te genera movimiento, te lleva a instalar rutinas que te activan, que promueven disciplina, y eso desencadena un liderazgo consciente.
¿Por qué digo liderazgo consciente? Porque la mejor forma de expresar el liderazgo es a través del ejemplo a las personas que nos rodean pero, sobre todas las cosas a quienes tienen hijos, o a los que están rodeados de personas menores, a las cuales puedes, a través del ejemplo puedes mostrarles el impacto de “darse cuenta” que estando presente, ocupándose, pueden superar situaciones de apatía y más bien virar hacia las posibilidades.
Y esto es fundamental para las generaciones que están viniendo, porque sus niveles de frustración son cada vez más altos. La inmediatez que vivimos genera un nivel muy alto de ansiedad y si las cosas no funcionan, enseguida se frustración. No sostienen el desafío. Esta es una situación que tenemos que combatir, porque la realidad de la vida es que vamos a tener muchas frustraciones, tendremos varios reveses, estaremos apáticos en algún momento, y enfrentaremos muchísimas complicaciones por todo el ambiente y el contexto que vivimos/ viviremos.
No puedes elegir estas situaciones, pero sí puedes elegir como sentirte ante ellas, moverte, salir adelante. Y ya con moverte estás haciendo un mundo de diferencia, cambias de estado, entras a otra frecuencia, ya te estás ocupando. Y así es imposible que el viejo entre.
Nuestro legado no solo se compone de las cosas que hacemos, sino de la semilla que sembramos en la mente de quienes tomarán las riendas en breve. Por ello, quiero cerrar este artículo con otra frase muy relevante de Clint Eastwood: “La gente dice que deberíamos dejar un mejor planeta para nuestros hijos. La verdad es que deberíamos dejar mejores hijos para nuestro planeta”.