Una nueva etapa en Uruguay: Cómo convertimos un sueño en realidad

Como anuncié hace unos días, hace poco más de un mes me vine a vivir con mi familia en Uruguay. Más allá de las motivaciones que nos llevaron a tomar la decisión de empezar de nuevo lejos de mi país natal (Perú), debo admitir que ha sido toda una experiencia que, creo yo, les será de utilidad, no sólo en el sentido obvio de mudarse de país, sino más bien, de poner foco en una intención, un sueño, diseñar un plan y ejecutarlo. Creo que este es un aprendizaje que se puede aplicar a muchas cosas.

Hace poco más de un año (noviembre de 2020, si recuerdo bien), comenzamos con mi esposa a planear en serio nuestra salida del Perú para vivir en otro país. Escogimos Uruguay por una serie de razones (se las contaré en otro artículo), pero una de las motivaciones más importantes fue la posibilidad de experimentar con mis hijos la experiencia de vivir fuera del país antes de que cada uno siguiera su propio camino.

Más allá de la decisión de irnos a vivir a Uruguay, estaba el cómo. ¿Cómo haríamos para llegar en tiempo y forma, logrando que todo calce? Esto también implicaba vender algunos de nuestros activos para tener un capital suficiente para viajar. Entre ellos estuvo vender nuestra casa, situación que se dio en medio del proceso de mudanza. Estaba también el tema del colegio, teniendo en cuenta que tengo tres hijos en tres etapas educativas distintas.

A eso debemos sumarle que debíamos alquilar una casa donde vivir, el auto, el tema migratorio, tributario, legal, bancos, constituir una empresa allá, etc. La lista de tareas era larga. Y un detalle no menor era comprar el pasaje ¿cuándo lo comprábamos? Y esto comprendía más que la tarea misma de comprarlo, había una ponderación subjetiva importante. Debíamos elegir una fecha que no coincidiera con ningún evento importante a nivel familiar. Al final decidimos comprar el pasaje para el 11 de febrero, unos días después del cumpleaños de mi suegrita ;).

Comprar el pasaje fue un hito fundamental. Fue como mover la primera pieza de un dominó. Es entonces que empezamos a trabajar en un plan basado en ingeniería inversa, es decir, desde la fecha del viaje hasta el día en que nos encontrábamos. Teníamos múltiples temas que resolver, siendo uno de los más importantes el de la mudanza. Alquilar un contenedor mediante un servicio door to door que lo llenara con todas nuestras cosas y, además, que este contenedor llegara antes que nosotros a nuestro destino, y antes de que nos entreguen la casa.

Si bien nosotros nos hemos mudado cuatro veces, mudarse internacionalmente es otro juego. Esta inquietud parte de preguntarle a muchas personas cuál era uno de sus grandes terrores al mudarse a un nuevo país, y el principal era que te entreguen la casa antes de que lleguen tus cosas. Vivir en una casa vacía de “campamento” es muy duro y hace que el proceso de adaptación se prolongue. Al parecer esto es algo que ocurre muy seguido, acentuándose por los problemas logísticos y por el déficit de contenedores recientes.

Ante esta situación, hicimos nuestros cálculos. Considerando la fecha en que nos darían la casa que alquilamos, el contenedor debía llegar un determinado número de días antes para que todo calce. Esto implicaba negociar días de almacenaje en destino como parte de la tarifa del door to door. Y ahí venía un nuevo desafío ¿qué metemos en el contenedor? Las camas, electrodomésticos, etc. ¿Qué no llevamos? Un tema crítico era llegar a la casa, y encontrarnos con que no hubiera camas y tener que salir corriendo a comprar colchones inflables, y de ser ese el caso ¿por cuánto tiempo sería? Por mucho que me gusta el camping, dormir bien es vital y más en una situación como esta.

Así que decidimos no meter las camas en el contenedor, con lo cual liberamos mucho espacio para otras cosas. Ahora tocaba calcular y cotizar qué cosas teníamos que llevar, y para ello fue necesario hacer un nuevo viaje para ver la nueva casa y ver qué muebles podían calzar en esta. En base a esa medición (textual, llevamos nuestras winchas), hicimos una nueva aritmética hacia atrás sobre cuándo debíamos cargar el contenedor, llegando a la conclusión de hacerlo los primeros días de diciembre que, como recordarán, calzó con el problema generado por el expresidente Castillo, lo que a su vez provocó un bache durante los días en que todo dejó de funcionar en Lima.

Como mencioné antes, vendimos nuestra casa en medio de este proceso y como es de esperar, teníamos que entregarla a los nuevos propietarios. Entonces se formó un espacio de tiempo, entre que entregábamos la casa, cargamos el contenedor y nuestra partida el 11 de febrero. Una ecuación bastante compleja de resolver. ¿Cómo lo hicimos? Pidiendo ayuda. Aprovecho para agradecer sobremanera a los nuevos dueños de la casa que vendimos, que nos la prestaron hasta una fecha muy cercana al viaje, y por otro lado a mi mamá que nos acogió en su departamento durante unos días, durante los cuales la pasamos muy bien.

Regresemos al plan. Siendo conscientes de que debíamos entregar la casa, nos quedamos con lo mínimo necesario para hacer una vida sencilla sin mayores necesidades de cosas. También tuvimos que dejar todos nuestros electrodomésticos porque en Uruguay hay una frecuencia (Hz) distinta por lo cual los artefactos tienen una protección adicional debido a las tormentas eléctricas.

Luego de cargar y despachar el contenedor, sobre la base de experiencias de amigos, estuvimos encima de la línea naviera para que no nos lo “roleen”. Esto es, se programa la salida para una fecha, pero por decisiones de la naviera no lo suben a la nave y lo postergan para la siguiente salida. Nos rolearon el contenedor una vez, cosa que puso en “jaque” el plan. Entonces tuvimos que “treparnos al cuello” de la agencia para que no vuelva a suceder. Finalmente el contenedor sale y ya teníamos un ETA (Estimated Time of Arrival), con lo cual sabíamos (de manera aproximada) cuándo llegaría el contenedor a Uruguay. También sabíamos que la casa estaría entregada en determinada fecha y teníamos nuestro pasaje en mano. Solo quedaba la última parte, que era el viaje en sí mismo.

Ahí surge la pregunta ¿qué cosas debo dejar en Lima para llevármelas conmigo en el avión?, y ¿qué hago con lo que no me llevo? Tuvimos que entrar en modo venta. Debo de confesar dos cosas: que nos encontramos con un mercado muy activo de cosas de segunda, y que acumulamos una cantidad de cosas que no usamos. Para el día del viaje, el 11 de febrero, habíamos calculado viajar cada uno de nosotros con 03 maletas/bultos. Finalmente fueron 17 bultos, cada uno con una mochila, un carry-on y el perro. Acá seguí un consejo de un amigo: tener en cuenta el efecto de la tara. Si tomamos en cuenta que una maleta puede pesar entre 3 y 7 kilos, ¡y nosotros llevábamos 17!, imaginen lo que estaba perdiendo en peso solo por las maletas. Así pues, llenamos gran parte del contenido de las maletas en bolsas de rafia con strech film, con lo cual optimizamos tremendamente el peso, a pesar de los muchos comentarios y “caras de que estás haciendo” de los detractores a esta práctica. ¡Funciono espectacular! 😉

Para el gran día del viaje/mudanza, contratamos una van para llevarnos a los cinco más el perro, y un camioncito para llevar las cosas. Para evitar que el orden se nos fuera de control, cada uno de mis tres hijos se encargaba de algo en especial. Además, hicimos un packing list con las cosas para poder identificar cada paquete al momento hacer el boarding, de retirar los bultos en destino y para saber dónde desarmarlos una vez llegáramos a nuestro destino.

Llegamos al aeropuerto y era el momento de hacer el boarding, que era la parte más complicada. Sin embargo, gracias a que nos habíamos dividido las tareas entre todos, y a que cada uno estaba a cargo de una cantidad determinada de bultos y de ciertas actividades, esto nos facilitó tremendamente todo. Incluso así demoramos casi una hora en todos los trámites, que son muchos (si alguno quiere mayor detalle, con mucho gusto estoy dispuesto a compartirlo).

Al final, logramos embarcarnos sin problema. En Uruguay nos recibió una H1 alquilada, en la cual logramos meter los 17 bultos, mientras que nosotros íbamos en otro vehículo. Todo coordinado desde Lima con anticipación. Así pues, llegamos el 11 a Uruguay, el contenedor había llegado unos días antes y como la casa nos la entregaban el 15, nos quedamos en un hotel desde nuestra llegada hasta la fecha de entrega.

El 16 iniciamos con la mudanza propiamente dicha. Para que se hagan una idea de la magnitud de la tarea, recibimos 264 cajas del contenedor más los 17 bultos que viajaron con nosotros. Eso sin contar que recibimos las camas, los electrodomésticos, entre otras cosas; además de hacer las compras básicas, tales como comida, etc. Recibir y desempacar todo nos llevó aproximadamente 10 días muy intensos.

A pesar del trajín, nos movió la ilusión de empezar una nueva etapa. Hay “n” aprendizajes y posibilidades a aplicar en sus vidas. Cada uno lo hará a su manera. Y aquí me quiero detener por un factor que muchas veces no se toma en cuenta. Esta mudanza salió prácticamente perfecta, y creo que esto fue posible gracias a que los 6, incluyendo nuestro perro, vivimos este proceso con una intención clara, con ilusión y dándonos soporte.

También quiero reconocer a todas las personas que, de una u otra forma, nos tuvieron en sus pensamientos todos esos días, mandando buenas energías. Esas buenas vibras tuvieron un impacto muy poderoso. Fue alucinante la cantidad de mensajes que recibí. A todos ellos, muchas gracias, estuvieron y están con nosotros.

Compartir: