¿Ser el salvador o ser el líder? Tú decides

En mi artículo anterior explicaba la figura del triángulo del drama que representaba tres roles entre los cuales solemos movernos las personas: la víctima, el victimario y el salvador. En este artículo hablaremos del salvador y de cómo, más allá de que el término puede sonar positivo, termina generando deficiencias a nivel productivo e incluso organizacional.

Ocurre que muchas veces, como directivos y ejecutivos, pensamos que como somos muy competentes, podemos solucionar todos los problemas de la empresa, y eso finalmente termina agotando, a nosotros y al resto. Ahí es que se gesta la figura del salvador, que ve un problema, pero no ve o no considera a su equipo lo suficientemente competente, o al menos no tan competente como él.

Esto es más frecuente de lo que podemos pensar, sobre todo en empresas donde el fundador ha hecho todos los trabajos y hoy ocupa una posición de dominio sobre toda la empresa pero sin haber formado a nadie por debajo de él. Esto no se escapa de la vida familiar…

En ese escenario, el salvador empieza a darle solución a todos los problemas, y esto genera varias complicaciones porque, por un lado, traspasa sus propias funciones y no permite que el equipo ordene sus propios temas, no desarrolla la capacidad de delegar (para formar) por lo que se transforma en un cuello de botella; y por otro lado está intentando resolver un problema para el cual no se le pidió ayuda.

Y en esto último, el ayudar sin que se lo pidan, implica una cuota importante de soberbia. Porque ese salvador pretende saber qué estás pensando y qué es lo que necesitas. Todo esto sin haberte preguntado antes: ¿cómo solucionamos esto? ¿cómo funciona? ¿necesitan ayuda? Minimizando a la persona que está a cargo de esa tarea o que se enfrenta a la situación o problema.

Y eso nos lleva a otro triángulo imaginario, uno en el cual tenemos tres aristas: la observación, la interpretación y la intervención. El salvador pasa de la observación (ve un incidente o problema) y pasa de frente a intervenir sin pasar por la interpretación que requiere un intercambio con la otra persona.

¿Cómo puede ayudar un coach-mentor? Puede darle el tiempo y el espacio para que el salvador repiense las cosas, se pregunte y analice el contexto, y así tenga una visión sistémica para preguntar “¿qué está pasando aquí?”.

A continuación, en vez de entrar a solucionarle el problema, puedes formular una serie de preguntas para ver si la persona puede/sabe como resolverlo, por ejemplo, ¿cómo lo piensas hacer?, ¿qué quieres hacer?, ¿si vas a hacer eso, qué tienes que dejar de hacer? Recién luego de esas preguntas, debes ofrecer ayuda y no antes. Finalmente inclusive ofrecerle un idea de como hacerlo “¿qué pasa si lo haces de esta manera?”.

Como expliqué en el artículo anterior, al otro lado del salvador está el líder. Y en esa lógica, el liderazgo implica que en vez de ir y “hacer la pesca por ti”, el líder “enseña a pescar”, entiendo que para lograr eso necesito entender e interpretar lo que está pasando.

Debo resaltar, sin embargo, que hay situaciones en las cuales obviamente tienes que pasar de la observación a la intervención. Por ejemplo, en una crisis. Haciendo una alegoría, si ves que una persona está por meter la mano al fuego, tienes que actuar rápidamente sin pedirle permiso porque se quemará.

Más allá de esas situaciones muy particulares, en los escenarios en los cuales hay el tiempo suficiente, existe la necesidad de delegar, de enseñar, de ser eficiente con el tiempo, de entender que tú no puedes hacer todas las cosas (las tuyas y las de los demás), porque si no serás incapaz de completarlas.

El rol del coach-mentor es ayudar a que te des cuenta de que la única forma de ayudar a que tu equipo crezca, evolucione y que además tengas más tiempo a tu disposición, es justamente, en esa etapa de interpretación, entender que la solución no está en pescar por ellos, sino en enseñarles por dónde empezar.

¿Te sientes atrapado en el rol de “salvador”? Escríbeme al inbox y conversemos para descubrir cómo te puedo dar una mano.

¡Buena semana a todos!

Compartir: