Como líderes y gerentes, muchas veces debemos manejar un número significativo de expectativas y responsabilidades tanto en el ámbito profesional como en el personal. Familia, salud, gestión de personas, jefes y accionistas, mercados, metas, deportes, crecimiento personal, etc. Y llega un momento en el que todos empezamos a hacer malabarismo con esas expectativas, pensando, muchas veces, en cuál será nuestro límite.
Y mientras intentamos hacer el truco de malabarsita, con todas esas bolitas (nuestras expectativas) en el aire, nos preguntamos cuál de todas es la más importante, cuál “no se puede caer”, y esto nos genera estrés, agotamiento, y una frustración que terminamos llevando con nosotros a casa, algo que, nadie quiere en realidad. Parece un callejón sin salida, pero lo cierto es que sí podemos encontrar una luz al final del túnel y convertirnos en personas más equilibradas y, por tanto, más plenas, trasladando esa plenitud a nuestros equipos.
Debemos dejar de preocuparnos y comenzar a ocuparnos. Ocuparnos de nuestro recurso más valioso, nuestro tiempo. En una presentación que hice recientemente, comentaba que todos, sin excepción, tenemos 168 horas a la semana (24 x 7). Desde el gerente más productivo, hasta el más flojo. ¿Por qué entonces, si todos tenemos el mismo tiempo, algunos son más productivos que otros? ¿Qué hacen otros que yo no hago, y qué NO hacen otros que yo si hago?
Para tener un punto de partida tenemos que saber qué hacemos con nuestro tiempo, así como nuestras tareas y actividades. Si no mido no mejoro. Esto nos permite tener una visión clara de cómo estamos utilizando ese recurso finito que es el tiempo y dónde podemos hacer ajustes para ser más eficientes, eficaces y efectivos. Es decir, saber qué hacemos con esas 168 horas. Hagan su lista de carga de cómo consumen el día. Se llevarán más de una sorpresa.
Este análisis nos permitirá ser más productivos y superar nuestro principal obstáculo: nosotros mismos. Pero…¿cómo lo hacemos?
De mi experiencia primero como gerente, y luego como asesor y coach-mentor ejecutivo, he desarrollado un modelo que denomino «Las 11 E’s». Este modelo, aunque puede parecer sencillo a primera vista, tiene varias dimensiones que nos invitan a reflexionar profundamente y a salir de nuestra zona de confort de consumir horas de forma poco productiva.
Las 11 E’s buscan principalmente hacernos preguntas y están basadas en las siguientes dimensiones: Entenderme (self awareness), Estrategia, Ejecución, Eficiencia, Eficacia, Efectividad, Económico, Expectativas, Equipo, Emociones, Energía. Por temas de practicidad del artículo, las “agruparemos” en preguntas clave.
Todo comienza con el entendimiento de uno mismo. ¿Qué es lo que quiero cuidar? ¿A dónde quiero llegar y en qué me quiero convertir? ¿Cuáles son mis fortalezas y debilidades? ¿Cómo me perciben los demás? Este autoconocimiento, en inglés self awareness, es la base sobre la que se construyen todas las demás «E’s».
Para llegar a este entendimiento del self awareness, me ayudó mucho el modelo de liderazgo que aprendí durante mi etapa como Country Manager en Sandvik y que considero sumamente valioso. El modelo se basa en 5 pilares en este orden específico: foco en seguridad en el trabajo, foco en los resultados, promover la mejora continua, desarrollar personas y demostrar autoconocimiento.
Y debo confesar que me sirvió en uno de los peores momentos de mi carrera, cuando no podía resolver un problema con un miembro del equipo. En algún punto, luego de intentar por todos los medios, dedicando esfuerzos y energías para que esta persona cambiara, sin éxito, cambié yo. Y eso marcó una diferencia gigante en poner al inicio del modelo el autoconocimiento, el darse cuenta del que debe cambiar o regularse es uno. A raíz de este “darse cuenta”, modifiqué el modelo en el siguiente orden: autoconocimiento, personas, seguridad, resultados y mejora continua, ya que hay una secuencia de consecuencias que serán parte de otro artículo.
Regresando a las 11E´s, una vez que nos entendemos a nosotros mismos, y sobre todo lo que queremos cuidar, podemos comenzar a revisar nuestra estrategia. ¿Qué tengo y cómo hacer para lograr lo que quiero? ¿Cómo logro una ejecución exitosa de esta estrategia? ¿En qué lugares o aspectos puedo tener mayores eficiencias y efectividades? Al hacernos estas preguntas, podemos evaluar y ajustar nuestro enfoque, asegurándonos de que estamos en el camino correcto para alcanzar nuestros objetivos.
El siguiente paso consiste en considerar el punto económico. ¿Cómo se integran las finanzas en mi estrategia y ejecución? ¿Estoy tomando decisiones que son económicamente efectivas, viables y sostenibles a largo plazo? Sin lugar a duda, la economía es una parte crucial de cualquier negocio o proyecto, y es vital que la tengamos en cuenta en nuestras decisiones y planes.
Asimismo, las expectativas juegan un papel importante. ¿Cuáles son mis expectativas? ¿Qué esperan de mí mis colegas, mis jefes, mis subordinados? ¿Cómo puedo gestionar y cumplir estas expectativas de manera efectiva? Al entender y manejar las expectativas, podemos evitar malentendidos y conflictos, y asegurarnos de que todos estamos en la misma página.
Luego debemos reflexionar sobre nuestras emociones. ¿Cómo reacciono ante diferentes situaciones? ¿Qué emociones surgen cuando enfrento desafíos o éxitos? ¿Cómo puedo controlar estas emociones para que no afecten negativamente mi rendimiento o mis relaciones? Al ser conscientes de nuestras emociones y aprender a manejarlas, podemos convertirnos en líderes y gerentes más efectivos.
Finalmente, el modelo de las 11 E’s nos pide considerar el nivel de energía que le ponemos a todo lo que hacemos. ¿Estoy poniendo suficiente esfuerzo y pasión en mi trabajo? ¿Estoy utilizando mi energía de manera efectiva? La energía es un recurso finito, y es crucial que aprendamos a gestionarla y utilizarla de manera eficiente.
Espero que este modelo y estos consejos les sean útiles en su camino hacia una mayor productividad y una mejor gestión. Como decía Mandela: “siempre parece imposible hasta que se hace”. No tengan miedo de salir de su zona de confort, de cuestionarse a sí mismos y de buscar formas de mejorar. Al final del día, el éxito en la gestión y la productividad se reduce a entenderse a uno mismo. Empecemos hoy.