Colaborar hacia un bien común

En uno de mis primeros artículos, cuando me animé a escribir en LinkedIn, hice énfasis en lo que representa una mirada en expansión. Ahora bien, analizando ese enfoque, encuentro que, para mí, es cada vez más claro que nos encontramos en una nueva etapa de hacer negocios. Siento que resurge una mayor posibilidad de la colaboración entre empresas y personas, como medio de hacer que aparezcan y crezcan nuevas oportunidades, que, al competir, no eran viables.

Estas no son solo palabras, son hechos. Acabo de recibir una llamada justamente para generar un espacio de colaboración con otra empresa, y así estamos llegando más lejos, sumando esfuerzos, expandiendo oportunidades, haciendo que la “torta crezca para ambos.”

Sin embargo, este enfoque requiere un cambio de pensamiento, que empieza por perderle el miedo a colaborar con otras empresas o colegas. Esta decisión nos obliga a salir de nuestra zona de confort, ya que este miedo, a su vez, es consecuencia de que aprendimos a competir, pero no a colaborar. Está claro que tampoco podemos colaborar con cualquiera. Seríamos bastante ingenuos si decidimos colaborar con un “tiburón”, que lo único que quiere es almorzarnos. El colaborar requiere invertir tiempo en conocernos y generar un espacio de confianza entre ambas partes.

La consistencia entre lo que dices y haces, así como la sinceridad de ambos son factores, que juegan un rol importante, evidente y presente en las conversaciones e interacciones. Ser competente en lo que hace cada uno, es otra manera de crear confianza. Pero ser sincero y competente no basta para crear confianza, necesitamos ser confiables, es decir, que cumplamos nuestros compromisos y promesas a tiempo y según los estándares que hemos acordado. Debemos tener un propósito compartido, que alinee a las personas detrás de un mismo “para qué”. Finalmente, es necesario que exista un espacio de respeto entre ambas personas, que cuide e integre lo mencionado anteriormente.

La pandemia nos ha traído muchísimos desafíos, ha generado muchas situaciones extremas y dolorosas, pero también nos da la posibilidad de replantear ciertos supuestos y romper paradigmas. Uno de estos grandes paradigmas es colaborar más en vez de sólo competir.

Un ejemplo muy potente del impacto de la colaboración es BNI, Business Network International. Conformada por un grupo de empresarios, en mi caso BNI Compromiso, cada uno con una especialidad y en la cual prima el “givers gain”, una filosofía de acuerdo con la cual, cuando yo te ayudo, tú eventualmente me ayudarás. Es decir, cuando me preocupo por los demás, los otros se preocuparán por mí.

Yo ayudo a otros buscándole oportunidades para su negocio y ell@s, a su vez, me ayudan a mí a buscar oportunidades para mi negocio. Esto también se ve reflejado en otros espacios fuera de los negocios. Por ejemplo, ante un evento de riesgo de salud, inmediatamente todo el grupo se activa y busca la forma de ayudar y colaborar con el miembro que se encuentra en problemas. Los resultados son impresionantes y realmente conmovedores. Esto es posible porque el propósito del grupo es que esté consolidado, fuerte y bajo cuidado. Lo que prima dentro del grupo, es la confianza, el bien común y la colaboración.

Lo mismo ocurre con CLA Consulting, de la cual formo parte como consultor asociado. Durante el proceso de la cuarentena, CLA ha reunido a diferentes altos ejecutivos en grupos de conversación donde se tocan temas relevantes y movilizadores. El aprendizaje y el compartir con el propósito del bien común, a través de las conversaciones, es lo que congrega a estos líderes de diferentes organizaciones, generando un espacio de confianza, gratuidad, gratitud, solidaridad, expansión y networking, generando crecimiento profesional y personal. En un enfoque de competencia, esto sería impensable.

Estoy convencido de que esta pandemia reactivó una serie de condiciones que estaban muy guardadas dentro del ADN del ser humano, las cuales están estrechamente vinculadas con el compartir, con el ser solidario, con el colaborar y no tanto con el competir. Esto no niega que el competir es también parte esencial del ser humano, una verdadera fuerza motora, pero no por ello debemos dejar de lado los múltiples beneficios de la colaboración.

Esta crisis nos ofrece también posibilidades de expansión tremendas, pero, nuevamente, dependerá de en dónde estemos parados y qué tipo de visión tenemos. Perdamos el miedo a colaborar incluso con nuestra competencia. Creo que allí está el regreso a una nueva humanidad, a una nueva forma de ser humanos.

Si quieres tener este tipo de conversaciones, me puedes contactar en él siguiente mail: [email protected].

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