Conectar para construir conversaciones más relevantes

Sea una conversación de negocios, una entrevista de trabajo o un intercambio con nuestros pares o equipos de trabajo, muchas veces podemos quedar con la sensación de que dicha conversación no fue tan profunda como hubiéramos querido, o que nuestro interlocutor no se abrió por completo con nosotros, dejándonos con el sinsabor de un diálogo superficial.

Más allá de qué tan buenos seamos estableciendo relaciones, el objetivo debe de ser: Conectar con lo más profundo de la otra persona, generar un espacio de confianza en el cual pueda abrirse y compartir aquello que nos preocupa, lo que cada uno quiere cuidar, sus ideas o sus dudas. Ahora bien, esto es más fácil de decir que de hacer. De hecho, el ser humano, a pesar de su naturaleza social, suele ser cuidadoso con lo que comparte y no mostrar rápidamente sus intereses. Por lo general sólo mostramos la parte visible del “iceberg”.

Por ello es fundamental que aprendamos a conectar con nuestro interlocutor y, a propósito de esto, hace unos días vi un interesante podcast de Darren Hardy, en el cual da valiosos consejos que, si bien tienen como objetivo realizar mejores entrevistas, aplican perfectamente para otros tipos de conversaciones y escenarios.

Hardy señala que, lo que siempre busca en sus entrevistas, “es llegar a la persona detrás del perfil, (..) a la persona detrás del rol del momento…”. Su premisa es simple: “Las mejores entrevistas se dan cuando alguien, uno se abre, cuando se deja ver por completo, cuando muestra su verdadero yo, el humano detrás de la máscara que usa para todos los demás”.

Para lograr esta apertura, Hardy nos invita a tener en cuenta tres consideraciones. La primera, valga la redundancia, ser los primeros en abrirnos. Al tomar la iniciativa, siendo vulnerables y hablar de nuestras propias debilidades, de nuestras deficiencias o simplemente al contar una anécdota vergonzosa, generamos que nuestro interlocutor o interlocutores, perciban nuestra humanidad, y se sientan seguros con su propia humanidad, además se verán obligados (de una forma positiva) a exponer una debilidad o fracaso propio, iniciando esta apertura que mencionaba al inicio de este artículo.

La segunda consideración es prepararnos. Al igual que lo haría un entrevistador profesional y experimentado, el prepararnos consiste en conocer lo mejor posible a la otra persona antes de iniciar una conversación. ¿Qué le preocupa? ¿De donde viene?, ¿Cuál es su historia?, ¿Cuáles son sus anhelos? ¿Qué cosas le disgustan? ¿Qué sabemos de él o de ella? Como explica Hardy, “esto les dice a tus entrevistados que realmente te preocupas, que tienes un profundo interés en ellos, que has invertido tu tiempo para hacer la tarea. Cuando demuestres que te preocupas, a ellos también les importará”.

Este conocimiento te permitirá también hacer preguntas más profundas y relevantes, que probablemente sorprendan (positivamente) a tu interlocutor. No es lo mismo una pregunta general de “¿cómo van las cosas?” a una mucho más específica como, por ejemplo, “sé que estás teniendo problemas con la producción y que eso te está generando mucha tensión, ¿de qué forma podríamos mejorar esto?, o ¿cómo te podemos ayudar?”. De mi experiencia, salirse del guión y detenerse un momento en una frase que me resonó, profundizar en ella, logra una nueva conversación, más profunda, más sincera, donde se puede construir algo, te ayudará a entender a quien tienes al frente. Ideal será poder llevar las conversaciones hacia el propósito de lo que se está generando en esta conversación, es decir, ¿para qué estamos teniendo esta conversación?

Y tercero, pero no por ello menos importante, haz que la conversación fluya en primera persona. “¿Qué consejo me darías sobre este problema?”, “a mí esto también se me complica mucho, y sé que tú eres muy bueno resolviendo este tipo de situaciones ¿cómo podrías ayudar a resolverlo?”, esto es extremadamente útil para el intercambio de ideas, el aprendizaje desde las experiencias de la otra persona y, de nuevo, genera una conversación mucho más humana y atractiva.

Siempre comento en mis artículos la importancia de tener conversaciones relevantes y de generarlas en caso no se estén produciendo en nuestra organización. También suelo enfatizar la necesidad de que conectemos lo que “yo quiero cuidar”, con lo que “la otra persona quiere cuidar”, para conectar todo con lo que “nosotros queremos cuidar”. Estas recomendaciones, al humanizar la conversación, nos permitirán dar un paso más en la dirección correcta. En estos tiempos donde prima la polarización de ideas, y la necesidad más bien de construcción de puentes, conectar con lo que el otro quiere cuidar se transforma en una conversación relevante. Es momento de conectar ¿qué nos detiene?

¿Realmente conectamos con nuestros equipos de trabajo?

A lo largo de nuestra labor como ejecutivos, tenemos diferentes momentos y canales de comunicación con nuestros colegas y con diferentes miembros de nuestras organizaciones. Sin embargo, conversar no es lo mismo que conectar.

Cuando conectamos con la otra persona, con su interior, pasamos a un nivel de conversación mucho más profundo, tiramos abajo una barrera que, casi siempre, impide que nuestros objetivos y los suyos se alineen, logrando un intercambio más transparente y honesto, generando un compromiso mayor y la toma de mejores decisiones.

Suena fácil, y sin embargo es más complejo de lo que parece. Por ello, en este nuevo artículo les dejo valiosas recomendaciones para lograr esa conexión que los llevará a conversaciones más trascendentales.

Les dejo esta pregunta para los comentarios: ¿Consideran que, cuando conversan con sus equipos de trabajo, realmente están conectando? Compartan sus experiencias.

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