Puntualidad y negociación: Cuando el respeto marca la diferencia

Hace unos días me encontraba negociando algo muy personal relacionado con mi familia, para lo cual acordamos reunirnos a una hora determinada. Resulta que la contraparte de dicha negociación llegó una hora tarde, sin ninguna comunicación previa en la cual indicara que había tenido un contratiempo, o siquiera ensayara una disculpa.

La reunión continuó sin mayor problema y, para mi sorpresa, nadie mencionó el tema de la puntualidad, algo que, personalmente, me molestó. Lo que pasó por mi mente en ese momento fue “bueno, es lo que es”, y no comenté nada al respecto porque me metí de lleno en la reunión.

Sin embargo, pasados unos días, seguía con el tema dándome vueltas en la cabeza, y llegué a la conclusión de que hice mal al no poner sobre la mesa la cuestión de que habíamos acordado una hora, y que estuvo mal que no se hubieran disculpado quienes llegaron tarde, y que no se cuidara el respeto que debe haber entre dos partes que están discutiendo algo importante.

Esto, finalmente, se trata del cuidado que se debe tener en una negociación en donde quieres cuidar la relación entre las partes. Cuando ese cuidado se pierde, lo que estoy perdiendo es la sostenibilidad de la relación a largo plazo. Al menos para mí, tiene un impacto en dicha negociación, ya que si no hay respeto durante la negociación cuando estás definiendo los términos y condiciones, que te hace pensar de que lo habrá luego. El riesgo acá es que pases a una negociación más transaccional, en donde las posibilidades se limitan.

Lo que me llevó a reflexionar sobre esto, fue una noticia que escuché en un podcast del Comité de Lectura, en la cual comentaban una situación presentada a raíz de las protestas debido a las cuales la operación minera Las Bambas lleva ya más de 30 días paralizadas. Para quienes no estén muy al tanto de la situación, lo que ocurre es que los ciudadanos de la comunidad de Fuerabamba, originalmente asentada donde ahora se encuentra la operación, y tras ser relocalizados en lo que ahora se denomina Nueva Fuerabamba, acusan a la empresa de incumplir los acuerdos pactados entre el 2008 y el 2009.

A inicios de la semana pasada, hubo un intento de mesa de diálogo liderado por el ministro de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez. Esta no fue bien recibida por los comuneros, quienes respondieron con protestas alegando un excesivo número de agentes policiales en el intento de reunión.

Asimismo, los comuneros exigieron reiteradas veces la presencia del Premier Aníbal Torres, quien se excusó alegando que “podía ser secuestrado”, una declaración que llevó a que el Gobernador Regional de Apurímac afirmara que “no somos secuestradores, somos un pueblo de trabajo y emprendimiento”.

Como es evidente, había ya una experiencia en la cual, independientemente de los puntos de vista, los pobladores se habían sentido poco valorados, e incluso ofendidos. Ante esta situación, el Premier Torres acepta acudir a una mesa de negociación con los comuneros. Y es en este punto en el que se conecta esta noticia con mi propia experiencia.

Este segundo intento de diálogo también se rompió debido a que el Premier llegó varias horas tardes a la cita pactada, y además se quedó solo una hora en la zona. Para una población con expectativas y demandas tan grandes, el que la autoridad largamente esperada actúe de esta forma, invalidando lo pactado y dando excusas poco acertadas, constituye un accionar que atenta contra una relación que, como comentaba líneas arribas, debería cuidarse para llegar a una solución “justa”, empática, una que permita que todo el sistema de esa zona se reactive. Hablamos de una operación que no solo es una parte significativa de la minería del Perú, sino que representa entre el 2 % al 3 % de la producción de cobre a nivel mundial. Se trata de un paro que tiene repercusiones globales.

Sin ninguna duda, este comportamiento es totalmente inaceptable. “Es difícil mostrarte confiable cuando la gente tiene que esperarte” -We Fessler-. El no ser puntual, el no ser cuidadoso con la puntualidad, trae innumerables consecuencias en términos de liderazgo por un principio básico: el líder debe liderar con el ejemplo ¿Qué ejemplo está dando esa persona en relación con lo que quiere cuidar?, ¿qué mensaje está dando con respecto a las demandas (validas o no) de la población, a la minera, a los medios, a los inversionistas, al sistema en general?, ¿qué mensaje brinda con respecto a la solución que se quiere lograr?, nada. Tus palabras pierden sentido cuando tus acciones son completamente opuestas, atentas contra tu confiabilidad y, por consecuencia, dañas la confianza. Todo al revés.

Puede que las situaciones o negociaciones que tenemos en nuestro día a día no tengan consecuencias tan trascendentales como lo que viene ocurriendo en Las Bambas, pero no por ello debemos perder de vista la importancia del respeto. Es primordial cuidar el valor de nuestra palabra. La puntualidad es la base de una relación porque, al llegar a tiempo, estás demostrando que esa reunión, esa negociación, ese acuerdo, también es importante para ti. Demuestras que sabes cuidar lo que dijiste que ibas a hacer. Wall the talk.

Creo que la puntualidad está relacionada con la empatía porque, al final del día, yo reservo ese espacio, y si la otra persona no llega, me está dando claras señales de que no valora lo que acordamos, no está cuidando lo que para mí es importante, de la misma forma en que yo, al llegar puntual, estoy demostrando respeto y empatía por lo que es importante para mi contraparte. Por ello, una de las grandes lecciones que debemos enseñar a nuestros hijos es a cuidar su palabra y la puntualidad, ambas son parte estructural de tu reputación. Como dice el dicho: “la hora es la hora. No es antes ni después. Es la hora”.

Para terminar, es cierto que en la vida tendremos múltiples situaciones en las cuales, a pesar de ser regularmente puntuales, pueden presentarse factores externos que nos harán ser impuntuales. Es inevitable que esto pase. Lo que no debe pasar es que convirtamos en rutina excusarnos por dichos factores. Podemos a veces ser impuntuales, no por decisión, sino por circunstancias ajenas a nuestro dominio pero, incluso en estos casos, está en nosotros disculparnos y tomar las precauciones para minimizar al máximo estos factores externos y salir del círculo vicioso de darle siempre una explicación a nuestra impuntualidad.

Marcus de Monzarz es asesor estratégico y director independiente, con más de 30 años de experiencia en la alta dirección de empresas del sector minero, arquitectura, construcción, agroexportación e industrial, nacionales, multinacionales, familiares y corporativas, y su gestión está orientada al desarrollo de sus negocios y a la maximización de la rentabilidad.

Además, acompaña a empresarios como Mentor Ejecutivo, privilegiando el planeamiento estratégico y su ejecución, la gestión del cambio cultural y, sobre todo, la formación de equipos motivados de alto rendimiento para el logro de resultados.

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