Estamos en un mundo que cambia a velocidades cada vez más sorprendentes, con nuevas ideas naciendo y distribuyéndose cada minuto. A esto, le sumamos una hiperconectividad que nos mantiene en alerta constante y que nos lleva a estar pendientes todo el tiempo de lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestra organización. Es fácil pensar en que el éxito dependerá de movernos siempre rápido, la aceleración parece la norma, pero… ¿si no fuera así?
Hace unos días leí una reflexión muy interesante de Sir Richard Branson, fundador de Virgin Group, un empresario al que habitualmente se le relaciona con la toma rápida de ideas, muy audaz y tomador de riesgos en los negocios. En el artículo busca responder a la pregunta cómo saber cuándo es momento de reducir la velocidad y cuándo pisar el acelerador, es decir, “pedal to the metal”.
La respuesta de Branson es contundente: “La gente a menudo equipara el éxito con la suerte, pero por lo general se reduce a una sincronización impecable (y cuidadosamente trazada) y mucho trabajo. Mantenerse por delante de la curva; predecir las condiciones del mercado; detectar oportunidades antes de que surjan; y pronosticar el panorama económico, social y tecnológico más amplio realmente lo ayudará a minimizar los riesgos al comenzar un negocio. Por encima de todo, recuerde que el mejor momento para iniciar un nuevo negocio es cuando otros lo están manejando mal”.
Pero ¿cómo identificamos si estamos yendo a la velocidad correcta y en el sentido correcto? Para mi acá toca hacer una auto reflexión: ¿perdimos el propósito por el cuál empezamos a hacer lo que hacemos? Es probable que sea momento de tomar una pausa, respirar, ordenar nuestras ideas, desafiar nuestras premisas originales, seguir avanzando o reevaluar la estrategia, girar un poco el timón o dar un giro de 180 grados.?
¿Estamos agotados? ¿nos sentimos abrumados? ¿perdimos ese drive inicial? Es momento de hacer una pausa o cambiar de ritmo. Recordemos que somos menos creativos, tomamos peores decisiones y estamos peor preparados para detectar oportunidades cuando estamos exhaustos o extremadamente estresados. Branson lo expresa de manera brillante: “si no tienes tiempo para las pequeñas cosas, no tendrás tiempo para las grandes”.
¿Significa esto que debemos siempre ir a un mismo ritmo? No, de hecho (y coincido con Branson), habrá momentos, especialmente si eres un emprendedor, en que necesitaremos acelerar al máximo. En otros, cambiar de ritmo. Es imposible llegar a Ticlio (4,829 msnm) en quinta o trabado sólo en primera. En ambos casos quemarías el motor. Lo que realmente tenemos que hacer es darnos cuenta del contexto donde nos movemos, entenderlo y aplicar la sincronización. Nuevamente cito al autor, “preguntarse qué necesita la gente, cuál es la tendencia en la industria y lo que está sucediendo en el panorama económico más amplio (…) he aprendido que esto solo funciona cuando la oferta se alinea con una oportunidad oportuna. Cuando tiene esta perspectiva, puede usar el instinto para moverse rápidamente, tomar riesgos y decir que sí”.
No basta con que nos apasione una idea de negocio, hay múltiples factores que debemos tomar en cuenta: ¿hay mercado para nuestra idea? ¿está lista la comunidad para esta idea? Esa puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso de un nuevo emprendimiento. En el 2012 conocí a un empresario que invirtió en motos tipo Vespa sobre la base de lo que sucedía en Europa. La idea, el modelo de negocio y el equipo que lo respaldaban eran fantásticos, pero el negocio no despegó ya que ingresó al mercado demasiado pronto. Total diferencia si hubiera entrado hace 5 años después.
El timing es fundamental en el mundo de los negocios y, en general, en la vida misma. El saber cuándo acelerar y cuándo bajar el ritmo implica (y esta es la base del coaching ejecutivo) conocernos y reconocer cuándo nos sentimos inspirados, y cuándo nos sentimos exhaustos y abrumados. Acá aplica poder conocer nuestros puntos ciegos, de reconocer estas situaciones y construir un lugar desde el cuál podamos identificar las oportunidades correctas. Y esto solo lo lograremos si trabajamos en ser más observadores, hacer más preguntas, ser más ágiles y desarrollar un growth mindset que nos permita desafiarnos.
Tómate esa pausa hoy y pregúntate ¿es momento de acelerar o debo bajar el ritmo? Tú conduces, tú tienes el control. No lo olvides.